3 de junio de 2007

Pan y circo en Venezuela


Uniformados, como si de un partido de la selección nacional se tratase, salieron ayer a la calle los adeptos de Hugo Chávez para gritar en apoyo de la decisión de cerrar –realmente es una no renovación de concesión- el canal de televisión Radio Caracas TV (RCTV). Los “pendejos”, como Facundo Cabral los denominaba en uno de sus formidables monólogos, pasaron por la oficina gubernamental correspondiente a recoger su uniforme y a firmar la consiguiente lista de asistentes para seguir cobrando de las migajas de los petrodólares. A cambio sólo tienen que salir a vociferar un rato.

Esto empieza a parecerse cada día más a las antiguas dictaduras romanas, pero al estilo bananero. Hagamos memoria. Ocurría en la Roma imperial que los césares, expoliando a los derrotados en las conquistas, empleaban los fondos para enriquecerse, contentar al ejército y mantener la paz en la capital del imperio. Así surgieron los repartos de alimentos en una Roma indolente y absolutamente improductiva, pero como el pan no bastaba, los césares programaban ambiciosos espectáculos para la masa desempleada. El fin último era tener a la masa contenta. Alimentada y entretenida, para ser más concretos. Así no reparaban en lo que ocurría en los contubernios consulares.

Lo mismo viene a suceder en Venezuela. El país vive un momento económicamente muy dulce gracias a los elevados precios del petróleo, los cuales no serán eternos o no lo son las reservas, que están reportando altísimos ingresos a las arcas estatales venzolanas. Estos fondos están teniendo la misma finalidad que la que los césares dieron a los botines de guerra y los impuestos de las provincias romanas: enriquecer a los que están cerca del poder y permitir que ese poder no tenga contestación contentando al pueblo y, seguramente, al ejército.

No es un secreto que Chávez anda repartiendo las sobras del botín petrolero entre los votantes para que se mantengan fieles, de ahí los espectaculares resultados de las últimas presidenciales. Claro que mientras el venezolano de a pie se compra una computadora, gracias al sueldo público, los cargos de confianza del “cónsul” se compran apartamentos de siete dígitos en dólares. Pero el pueblo no es ambicioso y se conforma con la “sopa boba”.

El circo en este caso lo aporta el propio presidente, el cual sale casi a diario a dar una función para las masas alimentadas. Nunca en Roma tuvieron ese lujo: un césar bufón. Ayer volvió a actuar para mandar “al carajo” a todo el que ha criticado su decisión de limitar la libertad de expresión, dentro y fuera del país. Con ese verbo grotesco que le caracteriza hablaba de la “derecha internacional”, en referencia a todos los mandatarios mundiales que no le han reído la gracia por cerrar RCTV, incluido su “aliado” Lula. Ni a Fidel Castro se le había ocurrido una expresión tan totalizadora: la derecha internacional.

Debe estar molesto el presidente de Venezuela ante la reacción interna y externa que ha tenido su última cacicada. Algunos de sus presuntos aliados le han criticado y en las calles de Caracas hemos vuelto a ver masas –no uniformadas, por cierto- criticando sus decisiones. Ante la evidencia del error ha tenido que recurrir a los recursos habituales: redoblar la ración de pan y dar una función de circo. Así que sacó a las gargantas agradecidas a la calle e insultó a todo el que no le ha seguido el juego en el asunto de la mordaza impuesta a un medio de comunicación privado.

Contento, en definitiva, se nos mostraba ayer el pueblo venezolano. Tiene su pan, circo presidencial y camiseta de manifestación gratis. Porque el uniforme que lucían ayer los manifestantes podrá no gustarnos, pero lo bueno que tienen los uniformes es que siempre son cortesía del poder.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Venezuela va camino de convertirse en una típica república bananera. Debe ser complicado vivir en un país sin libertad y con una democracia secuestrada.

Menos mal que todavía quedan dignos venezolanos que definen sus derechos. Mi apoyo va con ellos.

lola dijo...

Hola, tengo conocidos en Venezuela y están aterrorizados porque eso se está "cubanizando" demasiado rápido. Me cuentan cosas y revivo mi propia historia.
Un saludo afectuoso,