22 de febrero de 2006

Costa Rica no se lo merece

Anoche vivimos un episodio triste para la democracia en este país que me acoge. Ottón Solís, candidato del PAC, realizó una cadena de televisión en la que pretendió emborronar el proceso electoral vivido el 5 de febrero, salvo que el órgano judicial independiente, surgido de la voluntad popular y consolidado por una trayectoria de 50 años, siga sus dictados y cuente, de nuevo las 712 mesas que no entraron en el primer conteo electrónico y que fueron las primeras en escrutarse manualmente, con los resultados de sobra conocidos por todos.

Solís amenazó al TSE de forma velada y sibilina. Habló de una serie de anomalías que fueron una a una desmentidas por uno de los magistrados del TSE -recordemos que los magistrados, son jueces de carrera, no políticos-. Ni han desaparecido 5.000 papeletas, ni se han escrutado 100 mesas sin registro de votantes, entre otras afirmaciones categóricas y falsas que realizó el candidato del PAC.

Ottón Solís amenazó a Oscar Arias: "Si no me das la razón en este tema, olvídate de recibir mi apoyo para nada cuando gobiernes". Así sonó ese inquisitorial: "Si no nos ponemos de acuerdo en ésto, ¿en qué nos vamos a poner de acuerdo?". Arias, muy fino, ya ha dicho que las reclamaciones del PAC competen al TSE que es un órgano independiente y el que el PLN secunde o no la propuesta del PAC es irrelevante. No se puede aceptar el chantaje.

Pero lo peor de todo fue la amenaza, recubierta de amor a la democracia, que virtió Solís a todos los costarricenses: "La paz y la tranquilidad social de Costa Rica están en juego". Muy fuerte se tiene que sentir Ottón para afirmar que si el TSE no acepta su petición y si las elecciones se resuelven en un modo que no se ajuste a los esquemas del PAC y los grupos que lo apoyan en este particular, la gente se podría echar a la calle.

Se mascaba un aire de violencia en las contenidas y nerviosas, a la vez que amenazantes, palabras de Solís anoche. A mi me sorprendió verlo nervioso. Titubeando en la lectura. En campaña nunca estuvo así Ottón. Costa Rica no puede sentirse a estas alturas de su democracia amenzada con la sombra de la duda que ciertos señores, crecidos ante la inesperada avalancha de votos recibida, pretenden sembrar sobre las instituciones.

No, amigos, Costa Rica no se merece esto.

20 de febrero de 2006

Espacio Iberoamerica, nueva apuesta en Tercera Via

A raíz del importante número de visitas que Tercera Via recibe por parte de personas de todo el continente americano y principalmente de América Latina, se abre en Tercera Vía (www.terceravia.com) un nuevo foro destinado a debatir sobre la realidad política y económica de estas latitudes: Espacio Iberoamérica.

Este foro pretende ser nexo de unión entre los blogueros y foristas españoles con los de Iberoamérica.

Tercera Vía es un foro de opinión libre creado con la idea de albergar todos los puntos de vista, sean de la tendencia política que sean. Siendo un lugar que se ha consolidado como uno de los pocos foros partidarios y en el que se puede discutir sobre ideas sin ataques personales. Creemos que pensamiento único no es compatible con la libertad que nos proporciona la Red.

Quedan todos invitados a compartir sus ideas y a ilustrarnos a los demás con su información o sus puntos de vista.

16 de febrero de 2006

La Suiza Centroamericana

La Suiza Centroamericana

Experimentos de dudosa eficacia

Hace unas semanas, antes de que se produjeran las elecciones en Costa Rica, un bloguero tico escribió que Latinoamérica estaba dando un vuelco hacia la izquierda y pedía que Costa Rica se sumase al cambio y votase por Ottón Solís, el cual se siente heredero de la verdadera socialdemocracia costarricense, si bien su programa electoral, en mi opinión está más a la izquierda. Este tipo de comentarios más o menos afortunados incluyen en el mismo saco a la chilena Bachelet y al venezolano Chávez, pero poco tienen en común soluciones socialdemócratas de Tercera Vía como la de Chile –por otra parte ya en el poder antes de la Bachelet- con los movimientos neo-guevarianos de Venezuela o Bolivia. Así, otro bloguero calificó a la nueva hornada de discípulos de Fidel Castro como “experimentos de dudosa eficacia”.

En España se leen fuertes comentarios contra los líderes de Venezuela, Cuba y Bolivia y se realizan conjeturas sobre cómo llegaron al poder Chávez y Morales, pero sobre todo se critica al gobierno de Rodríguez por su apoyo a este tipo de “experimentos”. Se desconoce en la Madre Patria en general el panorama de América Latina y parece que fue un capricho del pueblo el que se produzcan los “experimentos”.

En este sentido y formulo una serie de causas, movilizadores y programas a partir de los cuales estos “experimentos” se están dando:

1. Hacen su aparición como consecuencia de crisis institucionales, en la mayor parte de los casos, originadas por la corrupción política. Las democracias no siempre han sido la solución a las fuertes disparidades sociales existentes en estos países y muchas de ellas han contado con la única alternativa política de oligarquías económicas y políticas corruptas y que se han dedicado a ensanchar más la brecha social.
2. Son movimientos populistas. Se adueñan de la voz del pueblo al que arengan con discursos radicalizados con los que la masa se identifica. Ofrecen una salida al pueblo que tiene poco que perder, se asemejan, en cierta medida a nuevas religiones a la que los menos favorecidos se abrazan al no tener mayores esperanzas. Sus líderes tienen el discurso que quieren dar tan asumido que sus respuestas nos parecen espontáneas, pero todo forma parte de un estudiado marketing.
3. Atacan duramente a los EE UU como el enemigo a batir y causante de los males del pueblo. En cierta medida el papel de los EE UU ha sido muy nefasto en el continente en donde han apoyado a distintas dictaduras y a gobiernos corruptos a cambio de tener una fuerte influencia sobre estos países.
4. Sus programas económicos son aislacionistas: nacionalización de empresas, rechazo a los tratados de libre comercio, cierre de puertas a la inversión extranjera, etc. Aunque se habla de una “unión latinoamericana” que revive el viejo sueño del Ernesto Guevara de una América Latina socialista.

Para colmo estos "experimentos" cuentan ahora con la "solidaridad" de los petrodólares venezolanos, que ya no se encargan de realizar más inversiones en territorio propio dado que Chávez ha consolidado su hegemonía y busca más aliados en el continente. Así, Chávez ha prestado dinero a un Kichner en apuros o al socialista uruguayo Tabaré Vázquez, amén de las aportaciones de campaña que prodiga en cualquier escenario pre-electoral latino.

11 de febrero de 2006

America Latina aliado natural de España

Después de haber escrito mucho acerca del decreciente peso de España en Latinoamérica, sin duda, nuestro aliado internacional natural, considero la posición de mi Patria en el concierto mundial, después de los acontecimientos más recientes.

En primer lugar quiero poner de manifiesto la “fijación” de la diplomacia española por su vínculos especiales con tres países que, ni mucho menos, son países influyentes en lo político o lo económico en el panorama internacional: Marruecos, Cuba y Venezuela.

Marruecos, con el que nos unen, amén de una Historia llena de enfrentamientos, las fronteras de Ceuta y Melilla, es el país islámico más cercano a Europa Occidental, quizá sea este el motivo de nuestro creciente interés por incorporarlo al plano europeo. Recientemente, se han producido sangrientos sucesos en las fronteras de Ceuta y Melilla, en los que se disparó a personas por cometer una falta administrativa: traspasar indebidamente a territorio español. En un escenario de crisis nacional ante la avalancha masiva de subsaharianos que cruzaban Marruecos para “saltar la valla”, el Gobierno español solicita la ayuda del reino alauita para proceder a la expulsión automática de los inmigrantes ilegales. Así se produce la deportación de 73 subsaharianos con las consecuencias humanitarias conocidas. El “escarmiento” parece surtir efecto y frenan en seco los asaltos a las vallas de Ceuta y Melilla.

Como consecuencia del apoyo marroquí, en el que intercedió, parece ser, el Rey Juan Carlos I, nuestra diplomacia, con su Ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, a la cabeza, solicita a la Unión Europea que Marruecos se incorpore a las negociaciones de acceso al mismo nivel que lo está haciendo Turquía. La solicitud de Moratinos no sólo cae en saco roto, sino que la Unión Europea recrimina a la semana siguiente al régimen alauita por los abusos que está cometiendo en el Sahara Occidental y solicita una comisión para conocer la situación del pueblo saharaui.

Marruecos no es, hoy por hoy, un país democrático y sus servicios secretos parecen estar relacionados con los atentados del 11-M. Sin duda, para un Gobierno como el español que presume de ser uno de los más democráticos de Occidente, no es el aliado ideal.

Venezuela vive en un régimen un tanto gris que se mueve entre lo democrático y lo dictatorial. Su Presidente, Hugo Chávez, cuenta con el apoyo de gran parte del ejército y la población, a la que controla al estilo de los emperadores romanos: populismo y demagogia. Chávez es el único aliado del régimen dictatorial cubano. Se ha declarado enemigo de los Estados Unidos. El viejo sueño del guerrillero comunista Ernesto Ché Guevara ha sido resucitado por este atípico caudillo: unir Latinoamérica bajo una bandera socialista.

Los partidos radicales de izquierda de muchos países de América Latina, según diversas fuentes, están siendo patrocinados por Chávez, que cuenta con fuertes recursos económicos procedentes del petróleo que se extrae en Venezuela. Con ese capital acaba de poner en marcha un ambicioso proyecto televisivo vía satélite, Telesur, que pretende difundir la “doctrina” izquierdista por todo el continente. El pueblo venezolano vive entre la fe ciega hacia su líder y la diáspora que ha salido del país hacia otros países y, sobre todo, hacia España y los EE UU.

El Gobierno español ha dado muchas muestras de amistad al caudillo venezolano. Primero se alineó con él en la acusación hacia el exPresidente del Gobierno José María Aznar por su posible apoyo al golpe de Estado sufrido por Chávez en 2003. Una vergüenza nacional en la que los socialistas revelaron secretos oficiales para dar la razón al comandante. A continuación se ofrecieron contratos para la venta de material destinado al ejército venezolano, el cual, por cierto, participó en el desfile del Día de la Hispanidad en Madrid. Ambos acontecimientos han sido muy mal recibidos por la diplomacia estadounidense que considera a Chávez una amenaza.

El tercer país beneficiado de la diplomacia española es Cuba. El pueblo cubano vive en la más absoluta miseria y sus niveles de desarrollo humano han caído desde el año 1955 hasta hoy en todos los aspectos. La dictadura de Fidel Castro, empeñada en su enfrentamiento con los EE UU, sufre el embargo de la primera potencia, un embargo que es utilizado en Cuba como una poderosa arma propagandística.

A pesar de los esfuerzos de la Administración Clinton por acercar posturas con el dictador cubano, no se consiguió más que acentuar la posición de Fidel que impidió el levantamiento del embargo. Esta situación ha sido duramente criticada por el Gobierno español desde que Rodríguez alcanzase el poder, siendo todo muestras de buena sintonía con el dictador. El punto culminante fue la aprobación de un texto en la Cumbre Iberoamericana, celebrada en Salamanca, de condena al embargo estadounidense, lo cual tampoco fue bien visto por el Gobierno norteamericano.

En definitiva, una serie de esfuerzos diplomáticos mal encaminados y poco adecuados con dos países cuya democracia es más que dudosa y un tercero en dictadura, de izquierdas pero régimen totalitario al fin y al cabo. Un alineamiento con la izquierda radical que no está siendo la mejor carta de presentación de nuestra diplomacia. Y un apoyo desmesurado a un reino que comete graves atentados contra los derechos humanos y que España pretende incorporar a la Europa Unida.


En Europa la posición de España se ha modificado con la victoria socialista. Hemos pasado del triángulo Reino Unido - Italia – España a seguir fielmente los dictados del eje franco-alemán. Curiosamente Francia y Alemania siempre fueron dos de los países más beligerantes con la España en declive del felipismo, cuando aquellos famosos requisitos de entrada de Maastrich. Ahora los que no cumplen los requisitos y se encuentran en plena crisis económica desde hace más de cuatro años son ellos.

Tanto Francia como Alemania han sido los dos países europeos más reacios a la intervención de EE UU en Irak. Lógico el tema de Francia que es un país que, como la mayoría de las grandes potencias, mezcla los intereses de sus multinacionales con los del Estado. Las empresas petroleras francesas eran las principales perjudicadas con la entrada de EE UU a Irak, como lo ha venido a demostrar el informe de la ONU sobre la corrupción en el programa Petróleo por Alimentos.

Continuando con Irak, la retirada de las tropas españolas, tan cacareada por el Presidente Rodríguez, supuso un varapalo para nuestra diplomacia que dejaba a otros 52 países con tropas desplegadas, incluyendo los contingentes centroamericanos bajo órdenes de nuestra Armada. EE UU entendió que España se plegaba a los intereses de los terroristas después del atentado que aupó al Gobierno de Rodríguez.

El distanciamiento con los EE UU ha sido la principal estrategia política de la diplomacia española desde en inicio de la legislatura. A la salida de las tropas de Irak de forma precipitada y a bombo y platillo, la cual venía precedida del descortés acto de Rodríguez al no levantarse ante la bandera gringa en el desfile del 12 de octubre de 2003, le siguió el apoyo a la candidatura del demócrata Kerry.

Nuestro actual Gobierno se ha caracterizado por entrometerse en las elecciones nacionales de diversos países teóricamente aliados, uno de los más graves errores que se pueden cometer en materia de política internacional. Así Rodríguez mostraba, seguro de su victoria, su apoyo a John Kerry y las elecciones norteamericanas de dieron un varapalo. No contento con eso, en las recientes elecciones alemanas, tras conocerse los resultados provisionales, el Presidente del Gobierno felicitó a Schröder y ante la pírrica victoria de Angela Merkel la llamó “fracasada”. Un gesto que le valió la crítica de personajes tan moderados como Antonio Durán y Lleida. Hoy la “fracasada” es jefa del Gobierno alemán.

Pero si algo ha caracterizado al Gobierno de Rodríguez es su idea de convertirse en Premio Nobel de la Paz mediante la promoción de la denominada Alianza de Civilizaciones. Este delirio de grandeza a cuenta de los Presupuestos Generales del Estado es una entelequia en la que nadie cree. Algunos países han suscrito la idea para obtener ventajas del Estado español, pero la gran mayoría de las naciones no han respaldado la idea o lo han hecho de forma testimonial.

El grandilocuente invento provoca incredulidad e incluso hilaridad entre propios y extraños. Pero nuestra diplomacia tiene como una de sus principales tareas difundir el mensaje. No corren buenos tiempos para la influencia de España en el exterior como para que cale la ocurrencia.


Estamos asistiendo en el mundo a un marco político diferente, enrarecido, complejo. Los EE UU están asistiendo a la caída de su influencia, solidificada con la caída del Muro de Berlín a principios de los noventa, debido al ensimismamiento de su líder George W. Bush. En este momento se observa cómo ya comienzan a ser relativamente numerosos los países que dan la espalada al Imperio Estadounidense en distintos escenarios.

En donde la decadencia del vigor estadounidense más mella está haciendo es en América Latina. Comprobamos cómo las dictaduras cubana y venezolana extienden su influencia en Brasil, Argentina, Nicaragua y Bolivia, ésta última pronto caerá en un gobierno populista semidictatorial de izquierdas, similar al de Venezuela. En la Cumbre de las Américas estamos asistiendo a un espectáculo tremendo, en el que los líderes dictatoriales campan a sus anchas por Argentina y aglutinan el odio antigringo desde los movimientos antiglobalización hasta los indígenas americanos, que reclaman las tierras que perdieron en el siglo XVI (Ver serie El choque de culturas).

Ante este panorama que para España supondría una clara oportunidad de recuperar el terreno perdido, la posición del Gobierno Rodríguez está siendo la de alinearse con el radicalismo de izquierdas en una actitud casi de gregarismo. En Latinoamérica existen muchos países en los cuales preocupa el nacimiento de movimientos de extrema izquierda apoyados por gobiernos extranjeros. Muchas naciones necesitan de una consolidación clara de su democracia ante el surgimiento del populismo que se abre paso y amenaza con una nueva oleada de dictablandas esta vez de izquierdas.

Sin embargo, España no es capaz de dar respuesta a esta demanda latente. Es incapaz de recuperar el liderazgo y está poniendo en serio peligro la fortaleza de las multinacionales instaladas en América Latina, las cuales han dotado de fuertes infraestructuras a muchos países y colaborado en la estabilidad económica de la región.

España debe aportar a estos países en vías de desarrollo su experiencia en dos temas fundamentales. Primero el paso de un sistema autocrático dictatorial a una democracia abierta y moderna. Segundo la recuperación económica basada en los ideales de la economía social, frente al liberalismo implacable que ha venido promoviendo EE UU en la zona.

La tarea es inmensa y España debe aprovechar su oportunidad dejando claro que apoya la democracia y los valores de estado de derecho. Estableciendo fuertes lazos con TODOS los países de Latinoamérica, necesitados de nuevas referencias en el marco internacional. En Latinoamérica se encuentra nuestra fortaleza como potencia mundial y nuestros mejores aliados son aquellos con los que compartimos lengua, historia y tradiciones. Al fin y al cabo son países hermanos.

El debate sobre la Monarquia en España

Seguramente el revuelo formado con la propuesta de Estatuto/Constitución de Cataluña, hace que no sea lo más recomendable abrir ahora un debate sobre la continuidad del sistema político de monarquía parlamentaria existente en España. Sin embargo, al entrelazarse el nacimiento de la nieta de don Juan Carlos con los acontecimientos políticos, no podemos obviar unos comentarios, dado que antes o después el debate se abrirá en la sociedad española.

Mi primer comentario va destinado a todos aquellos que tienen un mal entendido temor por el término república, que viene a definir el más antiguo de los modelos de democracia, existente ya en tiempos de la Antigua Grecia. Salvando las distancias. Hoy ya no se entiende la antigua terminología postfranquista, dilatada en el tiempo tras el pretendido golpe de Estado de 1981, que designaba como republicanos a los contrarios a los designios del dictador, ni mucho menos. A mi juicio, hoy en día en todo el arco parlamentario español existen, en mayor o menor medida, republicanos. Por tanto, el término republicano, aunque no guste en ciertos ambientes, ha dejado de tener los tintes stalinistas y peyorativos de épocas pasadas.

Por otro lado es cierto que el papel histórico de la monarquía en nuestro país ha sido fundamental como unificador de la Patria. Desde los Reyes Católicos, pioneros en la unificación y creación de lo que hoy entendemos por España, hasta el desatinado e indolente Fernando VII El Desedado, que acabó siendo un fraude pero su figura unió a los españoles frente a la invasión napoleónica. Otra cosa bien distinta es que aquellos reyes vivían situaciones bien distintas, al ser sus gobiernos fruto de la monarquía absoluta, lo cual les permitía soportar todo el poder del Estado. En la actualidad el concepto de monarquía parlamentaria está muy lejos de otorgar ningún papel en la división de poderes al rey, siendo su figura meramente representativa.

A continuación quiero poner de manifiesto la gran distancia que existe entre el sentimiento monárquico de los españoles y el denominado juancarlista. Sin lugar a dudas la figura de nuestro actual rey, don Juan Carlos I, despierta un fuerte nexo de unión entre todos los españoles. Su papel a lo largo de la Transición fue clave y su intervención en el fallido golpe de Estado en los inicios de los 80, le ha valido el respeto absoluto de toda la sociedad española. Dicho en términos coloquiales “se ha ganado el puesto”.

Nuestros actuales reyes se “ganan el puesto” casi a diario, dado que su fuerte carisma, cincelado por una disciplina férrea y el apego a las tradiciones, principalmente por parte de doña Sofía, les han convertido en la mejor imagen que España proyecta hacia el exterior. Esta imagen es especialmente envidiada en Hispanoamérica en donde los reyes de España son amados y respetados por todo el pueblo de nuestros países hermanos.

Ahora bien, salvo que los acontecimientos que se están desarrollando en España, con motivo de la excesiva debilidad institucional en el plano nacional e internacional que está demostrando el actual Gobierno, se tornen amenazantes, el papel de la Corona será cada día menos importante. Y será de menor calado aún cuando se produzca el cambio, bien por abdicación de don Juan Carlos o por sucesión natural, pasando don Felipe a ocupar la corona.

¿Se extinguirá el juancarlismo?. ¿Tienen los Príncipes de Asturias capacidad, no sólo por su formación tan dispar, sino por su liderazgo, para asumir el reto de “ganarse el puesto?. ¿Continuará siendo necesario el papel unificador de la Corona en una democracia madura como la española?. ¿Merece la pena la inversión anual por parte de todos los españoles en la figura de la monarquía?. A todos estos interrogantes hay que sumar la denostada imagen de doña Letizia en muchos sectores de la opinión pública española.

El nacimiento de la infanta Leonor, promete debate. Aunque se quiera ceñir todo al discurso populista y demagógico de la necesidad de eliminar la Ley Sálica, la monarquía podría someterse a plebiscito en breve. Hablo de discurso populista y demagógico porque se habla de “equipar la Constitución a los tiempos que corren”, que argumentó don Felipe de Borbón a los minutos del nacimiento de su hija, pero ¿qué ocurre con la Infanta Elena, postergada por la misma ley que se quiere modificar ahora a bombo y platillo?.

Sin lugar a dudas el debate está latente y su reapertura será encarnizada en los próximos años. Se admiten opiniones.

10 de febrero de 2006

Las naciones y su competitividad

Hoy los países son como grandes empresas. Salvando las distancias, claro está. Un país, al igual que una empresa, tiene competidores. Pero no competidores desde el punto de vista bélico, eso está muy superado. Aunque de vez en cuando algunos quieran dirimir conflictos fronterizos demostrando su debilidad interna. Un ejemplo un tanto baladí y minúsculo fue el ataque de Marruecos a la isla de Perejil. Ni para Marruecos ni para España significa nada ese peñón en mitad de la nada. Pero a Marruecos aquel incidente le sirvió para desviar la atención de la opinión pública en un momento delicado ante la boda de su monarca.

Un país tiene competidores sobre todo en lo económico. Sobre todo los países en desarrollo. En muchos países de América Latina la competencia por atraer inversiones estadounidenses es feroz. Los países saben que una multinacional instalada en el país significa empleo, exportaciones, impuestos, etc. Las naciones también compiten por colocar sus productos agrícolas en el exterior. Muchos países están librando una batalla en la competencia mundial del turismo. Los países más desarrollados luchan porque sus empresas sean cada día más internacionales y puedan vender sus productos en más mercados con menos trabas arancelarias.

Sin embargo un país no puede luchar en todos los frentes que se le abren. Una nación no puede luchar por atraer empresas extranjeras, incrementar su turismo, aumentar las exportaciones agrícolas, fomentar la internacionalización de las empresas nacionales y a la vez convertirse en un país influyente en la esfera internacional. Cuando digo que no puede luchar por todo eso a la vez no digo que físicamente no pueda hacerlo, el problema viene en la asignación de recursos. Si un Gobierno taciturno piensa que puede invertir en todos esos capítulos sin debilitar a ninguno de ellos, acabará dejando de ser competitivo en casi todos los frentes.

Un país tiene que definir una estrategia y elegir objetivos concretos, mesurables y realistas. Además el Gobierno tiene que cohesionar a todo el país para que todos persigan el mismo objetivo. Lógicamente por el camino hay deserciones y aquellos que dejan de formar parte de los objetivos principales se sentirán arrinconados y querrán boicotear al Gobierno o al país entero si hace falta. Es el precio que hay que pagar.

Hoy vemos en cómo en el mundo hay países que tienen muy claro lo que quieren ser y adónde quieren llegar. Como existe la democracia en casi todos ellos, los que no están de acuerdo, se sienten apartados o simplemente quieren tener más poder tienen oportunidad de cambiar el rumbo cada cierto período de tiempo, mediante las elecciones.

Otras naciones, sin embargo, sobre todo como consecuencia de la falta de cohesión interna, vagan sin rumbo por el mapamundi. Quieren competir en todo, porque quieren contentar internamente a todos. Eso, como podemos entender, es imposible. El Gobierno tiene encomendadas unas atribuciones y no puede huir de ellas. No se puede tener a todo el mundo nadando en el mar de la duda por apaciguar a las minorías, porque al final no se contenta a nadie.

Estas minorías perciben rápidamente que están ante un Gobierno débil, inconsistente, sin ideas y falto de autoridad. Entonces se ponen en marcha. Utilizan todos los medios a su alcance para conseguir sus objetivos y cuando los consiguen, continúan demandando más para sus intereses. Mientras la mayoría ve como el Gobierno que eligió les da de lado. Entonces aparecen las encuestas de popularidad y el gobernante débil toma medidas populistas. Así concluye sin pena ni gloria su legislatura, no sin antes asegurarse mediante un año de despilfarro su reelección o, en su caso, la de su sucesor en el partido.