27 de junio de 2011

Porqué me opongo al programa económico del 15M


Imagino que los que me leen aquí o me siguen en tuiter se habrán percatado de mi animadversión por la mezcla que se hace desde el 15M, especialmente por parte de su principal promotor Democracia Real Ya (DRY), entre reformas para el fomento de la democracia y propuestas concretas de política económica. En vista de la insistencia por parte de los que aún apoyan al pie de la letra todo lo que representa este movimiento, mi preocupación ha crecido exponencialmente, hasta el punto de recelar acerca de las intenciones últimas de los promotores del mismo.

Se insiste por parte de muchos en que el 15M no es anticapitalista, ni tampoco una suerte de socialismo reinventado. No obstante, como digo, su reticencia a eliminar el programa económico para lograr un consenso más amplio, centrado en medidas para lograr una democracia más participativa, transparente y amplia, me lleva a pensar que son las propuestas económicas las que más interesan a los “indignados”. Por ello me propongo en estas líneas señalar el motivo de mi oposición a las propuestas económicas de este movimiento.

Supongo que todos los “indignados” han leído el manifiesto de DRY, si no lo han hecho debería correr a hacerlo, allí se dice textualmente lo siguiente:

"El ansia y acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad, crispación e injusticia, lo cual conduce a la violencia, que rechazamos. El obsoleto y antinatural modelo económico vigente bloquea la maquinaria social en una espiral que se consume a sí misma enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza y la escasez al resto. Hasta el colapso."

Si esto no es anticapitalismo, que venga Dios y lo vea. Pero sigue:

"La voluntad y fin del sistema es la acumulación de dinero, primándola por encima de la eficacia y el bienestar de la sociedad. Despilfarrando recursos, destruyendo el planeta, generando desempleo y consumidores infelices. Los ciudadanos formamos parte del engranaje de una máquina destinada a enriquecer a una minoría que no sabe ni de nuestras necesidades."

Este párrafo deja claro que lo que se intenta es acabar con el sistema capitalista.

A ese discurso todos sabemos lo que sigue: que el Estado controle todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida para evitar la "desigualdad", las "oligarquías" y la "espiral consumista". Todo se reviste de participación ciudadana por barrios, luego los barrios reportan al distrito, el distrito al municipio y el municipio a la asamblea general. Todo está inventado. Lo inventó Engels, lo difundió Marx, lo ejecutó Lenín y Stalin lo llevó a su máximo esplendor. Hoy aún pueden comprobarse sus secuelas en Cuba y Corea del Norte.

¿Alguien en su sano juicio piensa que este nuevo "sistema" es viable?. ¿Alguien en sus cabales cree que todas cada una de las medidas de política económica las puede decidir el pueblo -representado mediante asambleas de barrio- en su conjunto?. ¿Y ejecutarlas?.

Pongamos como ejemplo una de las propuestas estrella en materia económica de DRY: "Expropiación por el Estado de las viviendas construidas en stock que no se han vendido para colocarlas en el mercado en régimen de alquiler protegido". En primer lugar queda claro que es el ESTADO el ente que va a pasar a poseer todo ese stock -¡un anglicismo, quién lo diría!- y aquí llegan las preguntas: ¿Quién determina qué viviendas se expropian y cuáles no?. ¿Quién fija el valor se va a otorgar como justiprecio en las expropiaciones?. ¿Por qué se van a colocar en el MERCADO -¡uy, el mercado!, ese monstruo controlado por oligopolios y oligarquías- en régimen de alquiler y no de propiedad?. Si se van a colocar en el mercado, ¿quién va a fijar el precio?, ¿la asamblea de Sol o la del barrio en la que esté ubicado el piso?.

¿No será que se expropiarán sin justiprecio y se repartirán entre primos, amigos y/o afines al régimen, perdón, Movimiento –ahora sí con mayúscula-?. Bueno algo así fue lo que ocurrió en la Revolución cubana, sólo que allí incluso se invitó a los propietarios a abandonar sus viviendas. Claro que todo eso no se explica en manifiestos grandilocuentes, se ejecuta en cuanto se logra el poder.

No seamos ingenuos, estimados lectores, el ser humano es lo que es. Con crisis o nadando en la abundancia de la burbuja inmobiliaria.

Sí, yo quiero una mejor democracia. Pero ni me molesta el capitalismo, ni quiero que se otorgue más poder a políticos y burócratas. Por eso lo que pido es una regeneración democrática y que los gobernantes, surgidos de las urnas, tomen las decisiones acordes con su programa económico, asuman sus errores y nos consulten a los ciudadanos si tienen dudas. El socialismo ya demostró lo que era, no repitamos la Historia.


Dedicado a Lino, creador de CiuDem y precursor del 15M.

20 de junio de 2011

Desmitificando a la banca… y señalando a las entidades financieras


Ya he dejado escrito por ahí que una de las grandes ventajas de ser de izquierdas es que el pensamiento crítico se facilita tremendamente. Las consignas lo acaparan todo y sólo hay que seguirlas, hacerlas propias, porque su lógica es demoledora: los malos son “los de siempre” y nosotros somos los defensores de los desfavorecidos.

En estos días convulsos las consignas se agrandan, se extienden y cobran fuerza a base de repetirlas. Afirmaba Russell que con un poco de agilidad mental y unas cuantas lecturas de segunda mano, cualquier imbécil encuentra pruebas de todo aquello en lo que quiere creer. Hoy podemos sustituir “lecturas” por documentales entre la denuncia y la ciencia ficción para dar vigencia a la máxima.

En estos días complejos son los bancos los grandes vapuleados de las consignas oficiales de la progresía. Aunque algunos detalles valdría la pena analizarlos antes de firmar la sentencia de culpabilidad, aunque la hay.

Acusamos a los bancos de codicia, de querer ganar más dinero, de vender hipotecas imposibles, pero ¿quién compró esas hipotecas?. Hasta donde me alcanza la memoria no conozco a nadie al que le pusieran una pistola en el pecho para comprarse una vivienda nueva. Con su correspondiente hipoteca, claro está. Tampoco recuerdo ningún caso de cambio de pisito de sesenta metros por adosado de tres plantas bajo amenaza de muerte.

Dicho de otra forma, sí, los bancos querían ganar mucho dinero vendiendo hipotecas a diestro y siniestro, pero a los que hoy acusan con el dedo a los banqueros tampoco les vino mal aquel furor de hipotecas baratas y casas con precios al alza. La codicia no fue sólo de los bancos.

Otro detalle importante es que la manía antibancaria se centra en los grandes bancos españoles, especialmente en el Banco de Santander. Quizá por la animadversión que genera su presidente, Emilio Botín, y sus corbatas curiosamente rojas. Mientras los dardos se dirigen al carismático banquero santanderino, los políticos que dirigen las cajas de ahorros se esconden para que nadie se acuerde de ellos.

Porque en realidad los grandes desembolsos que la economía española ha tenido que hacer para rescatar a las entidades financieras, han ido a parar a las cajas de ahorros. Cajas dirigidas fundamentalmente por políticos de PSOE y PP. No he visto a ningún indignado gritar contra Narcís Serra, presidente de Caixa Catalunya, o Juan Pedro Hernández Moltó, que dirigió los destinos de la intervenida Caja Castilla La Mancha, por ejemplo.

Parádojicamente las cajas son entes con fines sociales, o algo así, sobre todo si tenemos en cuenta su tutela política. Es decir, que la salida “social” a la crisis que se con tanta vehemencia se vocifera -frente al neoliberalismo feroz-, deja de lado que el sector público financiero es al que se está protegiendo de la quiebra. A renglón seguido se piden nacionalizaciones de la banca. ¿Más?, pregunto yo.

¿No se han parado a pensar todos estos documentalistas y pensadores de la consigna que las grandes perjudicadas de la dación en pago de las hipotecas serían precisamente las cajas de ahorros gobernadas por PSOE y PP?. ¿No se han dado cuenta tantos cerebros creadores de pancartas que en Banco Santander ha liquidado la mayoría de su cartera de adjudicados mediante su propia inmobiliaria, conocida como Altamira?. ¿No queda claro que ha sido la estrategia de internacionalización de las grandes empresas la que ha posibilitado que la crisis no afecte tanto a estos conglomerados empresariales?.

De ahí que yo sea partidario de cambiar aquello de “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”, por “políticos y político/bancarios”. Mucho me temo que da bien en las pancartas.

Aunque quizá la mayor falacia de todas es aquella que afirma que la desregulación, esa gran lacra del neoliberalismo salvaje, de las entidades financieras ha sido la causante de nuestros males. Ignoran, o parecen ignorar, todos estos iluminados de la indignación que el sector financiero es el más regulado de todos los sectores económicos en el mundo entero, desde Pekín hasta Nueva York. Puede que las regulaciones no hayan sido las correctas. Pero todo se ha fraguado bajo la atenta mirada de los reguladores y cumpliendo la legalidad vigente. Posiblemente equivocada.

Dicho todo lo anterior, que nadie se lleve a engaño. Las entidades financieras son las grandes culpables de lo ocurrido en esta crisis financiera/inmobiliaria. Primero porque utilizaron todos los medios para hacer crecer una burbuja inmobiliaria sin sentido. Segundo porque han preferido buscar el apoyo político –no olvidemos que son políticos los que regentan la mitad del sistema financiero español-, antes que sanearse adecuadamente o ir a la quiebra. Tercero porque no han asumido su culpa, la cual pasa porque acepten los inmuebles como pago de la deuda. Este último punto no interesa ni a PSOE ni a PP que son titulares de casi todas las cajas de ahorros de España.

No, yo no quiero que se nacionalicen los bancos, al contrario quiero que salgan de las manos de los políticos. Tampoco que tengan más regulación, sino una mejor normativa que impida excesivos riesgos del sistema. Lo que sí quiero es que puedan ir a la quiebra, bancos y cajas, como la tienda de la esquina, de la que nadie se acuerda. Ni los indignados oficiales.

3 de junio de 2011

Sin un norte claro, la llama se apaga


Carta a los miembros del Grupo Consenso de Mínimos

Estimados miembros del grupo,

Después de dos días algo desaparecido por mor de la ocupaciones propias de las responsabilidades que nos impone esta sociedad nuestra, veo que este grupo continúa sin norte.

Parece que todo se ha reducido a ser un grupo dentro de la acampada. Ocupación del espacio público a la que auguro menos futuro que al sastre de Tarzán, que dijera el ínclito Chiquito de la Calzada.

Puede que Sol sea un símbolo, quizá el único visible del Movimiento 15M. Sobre todo porque lo ha fagocitado todo. Desde DRY, que convoca una manifa para dentro de 5 meses, hasta cualquier atisbo de propuesta medianamente seria. La acampada es un fin en sí misma. Nadie sabe lo que quieren los "indignados", como se les denomina a los acampados. Por eso el fin está cerca. Ojalá sea por motu propio y no con los antidisturbios ejerciendo de grises del siglo XXI.

Algunos ya se han hastiado de esta dinámica en la que vive este grupo y han abandonado el barco. Normal.

Sin norte, centrados en lo que dicen de nosotros una pandilla de personas que, de no dormir en Sol, seguramente lo harían en alguna vivienda okupada. Dicho de otra forma, los del camping no tienen nada que perder y mucho protagonismo que ganar. De ahí que me extrañe tanto que un grupo de personas, aparentemente capaces y leídas, tengan su mirada puesta en ganar un poco de protagonismo ante una banda de creadores de comisiones de corte y confección y asambleas de corte rastafari.

Lo vengo diciendo y lo recalco: aquí lo que hace falta es liderazgo. En situaciones como esta de desconcierto, caos y gregarismo 2.0, se crea el ambiente perfecto para que nazcan los líderes. Claro que para eso hay que tener capacidad, amén de cercanía física. Igualmente lo que falta es separar el trigo de la paja y no tener abiertos 14 temas y no cerrar ninguno.

En fin, que esto empieza a no tener ni pies ni cabeza y parece estar abocado al fracaso.
Si la semana pasada me negaba a aceptar la pérdida de fuelle del Movimiento, hoy certifico que está malherido.

Sólo un documento certero, conciso y contundente, apoyado por la mayoría de los que aquí estamos, junto con un plan para amplificarlo hasta el infinito -lo cual excede los límites del escenario de las campanadas de Fin de Año-, salvará este Movimiento. Reforma clara y concreta del sistema democrático, eso es todo. Os garantizo que la inmensa mayoría de los españoles lo firmará.

Ahí dejo el pañuelo... el que quiera que lo recoja, el que no a gritar a Sol.

(Gracias por la foto)