16 de abril de 2008

Se acabaron las elecciones, ya no hay que mentir


Hace algo más de un mes la economía española, según Pedro Solbes, Jose Luis Rodríguez y Magdalena Alvarez, entre otros, gozaba de una salud impecable. Los datos de aumento del desempleo durante los dos primeros meses del año, así como la inflación galopante –comparada con la de los países de nuestro entorno- o la reducción de los ingresos fiscales del Estado, eran una “situación coyuntural y pasajera”. Esa era la consigna pre-electoral que pasaron un mes vendiendo a diestro y siniestro los candidatos –ahora presidente y ministros- socialistas.

Una vez finalizada la contienda electoral la economía española “atraviesa un momento muy delicado”, palabras de Rodríguez en su discurso ante el Congreso de los Diputados previo a ser investido presidente del gobierno. De hecho la primera medida económica del nuevo gabinete ha sido aprobar una inyección de 10.000 millones de euros -1,6 billones de las antiguas pesetas- al sistema financiero. O sea que ya no hay “coyuntura”. No, lo que tenemos delante es la punta del iceberg de una crisis económica en toda regla, cuyas consecuencias plenas veremos el año entrante.

Ya en 2007 el señor Pedro Solbes presentó un presupuesto para este año en el que anunciaba un crecimiento económico por encima del 3 por ciento. La prestigiosa revista The Economist –además de otros institutos de investigación económica- cifró su expectativa de crecimiento para España en el 2,4 por ciento, lo cual tiraba por tierra el resto de las variables macroeconómicas que se fijaban en los Presupuestos Generales del Estado para 2008. Pero Solbes se enrocó por orden suprema y dijo que su dato era correcto.

A estas alturas del partido sabemos que el Banco de España ya hace más de 3 meses que manejaba cifras de crecimiento de entre el 1,5 y el 1,8 por ciento. Aunque el dócil y silencioso Miguel Angel Fernández Ordóñez sigue hablando de “por encima del 2 por ciento” y de lo que le gustaría tener a “otros países ese índice de crecimiento en estos momentos”. Claro que se le olvida decir a MAFO que España no puede generar empleo si no crece por encima del 3 por ciento y ahí están las cifras del desempleo desde diciembre hasta marzo. En cualquier caso habla ahora, en período de peligro electoral para su partido calló vilmente.

El consumo privado, un dato absolutamente imprescindible para medir el comportamiento de la economía española, dada la afición a gastar que tenemos, se está tambaleando. Durante los tres primeros meses del año la recaudación por IVA ha caído un 8 por ciento respecto a 2007. Es la principal señal de alerta para todos los expertos acerca del nivel de recesión al que nos enfrentamos. Pero con los presuntos 400 euros al año en concepto de reducción del pago del impuesto sobre la renta, algunos piensan que se puede solucionar el asunto. Claro que eso de los 400 euros en estos momentos me parece que no las tiene todas a favor.

Se dice popularmente que “la mentira tiene las patas muy cortas”, pero en campaña electoral en España lo que vale es el “miente que algo queda”. Ahora la “coyuntura” ya no es tal, sino que lo que se nos viene encima va a ser desastroso, pero el público –y hasta la oposición- calla y otorga. Está más pendiente de la señora embarazada ministra de los soldados que de la falta absoluta de liquidez en el sistema financiero. Del retorno a la cárcel de Julián Muñoz que de la salida de Jose Antonio Roca, ¡ahí es nada!. Se ha abierto la veda. Faltan cuatro años para las elecciones: ahora no hace falta mentir, ni siquiera disimular.

10 de abril de 2008

Ruido de sables en el PP


A la derechona que reside en el PP no le ha sentado nada bien la derrota electoral del 9-M. Tiene gracia. Después de una legislatura entera dirigiendo mediáticamente el programa político popular ahora culpan a Rajoy por “moderado”. O sea que lo que quieren es, claramente, ponerse a dirigir el partido y escorarlo aún más hacia el conservadurismo, disfrazándolo de liberalismo. Nada de “centristas cobardes”, que dicen por ahí.

Esperanza Aguirre, consumada golfista, se encuentra muy arropada por la derechona popular. Desde Jiménez Losantos hasta la retaguardia opusina. Pero para no hablar claramente de “quítate tu pa ponerme yo”, nos trae doña Esperanza el discurso del liberalismo económico y toda esa cantinela que va predicando José María Aznar en sus seminarios como ya se ha dicho aquí, la cual básicamente desconocen todos estos buscadores de cargos, y que se aparta del principio de reformismo que siguió el propio PP durante ocho años de mandato.

Aguirre dice que lo que quieren es hablar de “ideas, principios y valores”, las personas aparentemente, le dan igual. Pero si Rajoy no le acepta el giro a la derecha –más aún-, lo cual parece más que evidente después del descalabro electoral, entonces se presentará como candidata a presidir el partido. Ojala lo haga, pero auguro que Francisco Camps la va a convencer de lo contrario para pedirle a cambio a Rajoy que, a cambio, elimine al único candidato popular que hoy por hoy tiene opciones de llegar a la Moncloa: Alberto Ruiz-Gallardón.

La derechona quiere mandar en el PP con carta propia de naturaleza. Poniendo a su más mediática figura al frente de un partido con más de diez millones de votos. Haciendo que el segundo partido de España dé la espalda a la realidad social del país. Ellos se sienten la base del partido, traicionada y arrinconada por los deseos centristas y amanerados de un Rajoy que no convence a nadie. A falta de victoria en las urnas, la derechona se revela, quiere tomar las riendas y en su cobardía absoluta habla de “ideas, principios y valores”. La falacia está servida, a ver si alguien la compra.

A mi me hace mucha gracia todo este panorama. Rajoy ya es de facto un líder con los pies de barro. Gallardón parece que le va a dar su apoyo pero con la condición de que la presidencia popular lo incluya la candidatura para 2010. Claro que el alcalde de Madrid tiene poco respaldo dentro del aparato, aparentemente. Esperemos que el gallego asuma que hay una guerra interna y permita la sangría ahora que faltan cuatro años para las generales.