Anoche vivimos un episodio triste para la democracia en este país que me acoge. Ottón Solís, candidato del PAC, realizó una cadena de televisión en la que pretendió emborronar el proceso electoral vivido el 5 de febrero, salvo que el órgano judicial independiente, surgido de la voluntad popular y consolidado por una trayectoria de 50 años, siga sus dictados y cuente, de nuevo las 712 mesas que no entraron en el primer conteo electrónico y que fueron las primeras en escrutarse manualmente, con los resultados de sobra conocidos por todos.
Solís amenazó al TSE de forma velada y sibilina. Habló de una serie de anomalías que fueron una a una desmentidas por uno de los magistrados del TSE -recordemos que los magistrados, son jueces de carrera, no políticos-. Ni han desaparecido 5.000 papeletas, ni se han escrutado 100 mesas sin registro de votantes, entre otras afirmaciones categóricas y falsas que realizó el candidato del PAC.
Ottón Solís amenazó a Oscar Arias: "Si no me das la razón en este tema, olvídate de recibir mi apoyo para nada cuando gobiernes". Así sonó ese inquisitorial: "Si no nos ponemos de acuerdo en ésto, ¿en qué nos vamos a poner de acuerdo?". Arias, muy fino, ya ha dicho que las reclamaciones del PAC competen al TSE que es un órgano independiente y el que el PLN secunde o no la propuesta del PAC es irrelevante. No se puede aceptar el chantaje.
Pero lo peor de todo fue la amenaza, recubierta de amor a la democracia, que virtió Solís a todos los costarricenses: "La paz y la tranquilidad social de Costa Rica están en juego". Muy fuerte se tiene que sentir Ottón para afirmar que si el TSE no acepta su petición y si las elecciones se resuelven en un modo que no se ajuste a los esquemas del PAC y los grupos que lo apoyan en este particular, la gente se podría echar a la calle.
Se mascaba un aire de violencia en las contenidas y nerviosas, a la vez que amenazantes, palabras de Solís anoche. A mi me sorprendió verlo nervioso. Titubeando en la lectura. En campaña nunca estuvo así Ottón. Costa Rica no puede sentirse a estas alturas de su democracia amenzada con la sombra de la duda que ciertos señores, crecidos ante la inesperada avalancha de votos recibida, pretenden sembrar sobre las instituciones.
No, amigos, Costa Rica no se merece esto.
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