15 de febrero de 2010

Tiempo de pactar en Costa Rica


Una vez dilucidada la contienda electoral es tiempo de que los dirigentes políticos unan esfuerzos para un mejor futuro de Costa Rica. Sobre todo porque, aunque la responsabilidad de gobernar vaya a recaer sobre Laura Chinchilla, el Poder Legislativo debe asumir más protagonismo en esta nueva etapa que se abre.

Son dos los motivos que nos pueden impulsar a creer que cabe un pacto de Estado que posibilite grandes reformas estructurales en el país.

Victoria clara. El primer factor procede de lo impecable que ha sido el proceso electoral. Una victoria clara de Laura Chinchilla –aunque no del PLN en las legislativas– y la ejemplar aceptación de la derrota por parte de los otros dos principales candidatos en liza, suponen una consolidación de la normalidad democrática que algunos grupos han intentado poner en tela de juicio en los dos anteriores sufragios.

Esto origina un clima propicio para que futura gobernante y oposición se sienten a dialogar para poner en marcha los grandes proyectos, principalmente en materia legislativa.

Por otra parte, a pesar de las grandes diferencias surgidas en el fragor de la campaña electoral, sin duda hay una serie de preocupaciones básicas que han centrado los mensajes de casi todas las opciones. Seguridad ciudadana y situación económica han sido los temas básicos tratados a lo largo de los últimos meses de proselitismo.

Las reformas estructurales que requiere la economía costarricense, amparadas ya de facto por el TLC, solo pueden ser llevadas a cabo por aquellos que creen en la economía de mercado y no en la planificación estatal al más puro estilo soviético.

En este sentido, en materia económica, parece que liberacionistas y libertarios están condenados a entenderse, siempre y cuando se superen las barreras ideológicas y se imponga en pragmatismo. El PAC, por su parte, se encuentra muy alejado de los planteamientos de las otras dos fuerzas mayoritarias.

En cuanto a la seguridad, el pacto de todas las principales fuerzas políticas, resulta clave, dada la urgencia de plantear profundas reformas legislativas en materia procesal y penal.

Así, los planteamientos más radicales protagonizados por los candidatos en la campaña electoral, no deben ser un óbice para que doña Laura reúna a la oposición en torno a un objetivo común: reducir los índices de criminalidad. Fin que la sociedad costarricense demanda desde hace ya bastante tiempo.

Aunar esfuerzos. Este nuevo panorama que se abre con la sólida victoria de Liberación Nacional, solo se traducirá en una época de prosperidad y progreso para Costa Rica si los diferentes actores son capaces de aunar esfuerzos.

Para ello Laura Chinchilla tiene que ser capaz de dejar a un lado las tentaciones partidarias del vencedor y Otto Guevara y Ottón Solís tener claro que para las próximas elecciones faltan aún cuatro años. Es tiempo de diálogo y de arrimar el hombro.


Publicado en La Nación de Costa Rica el 13 de febrero.

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