Hoy se redacta en los diarios de todo el
mundo la crónica de una muerte anunciada, la de la Grecia miembro de la Unión
Europea. No son pocos los que apedrean a golpe de tuit a la canciller Angela Merkel y su receta de austeridad que tan
poco gusta en los círculos del nuevo populismo europeo. Pero, ¿qué ha hecho
Grecia para llegar a esta situación?. Pues seguir todas y cada una de las
recetas que se impulsan desde los partidos populistas de izquierda que surgen
en Europa, incluido Syriza, el único que ha logrado asumir el poder,
precisamente en Grecia, con los resultados que hoy todos leemos.
Grecia es una economía basada en las
ayudas procedentes de la Unión Europea. Sus principales sectores productivos:
agricultura, transporte marítimo y turismo, apenas suman el 24 por ciento de su
PIB. Su capacidad de innovación tecnológica es prácticamente nula, porque no
existe ningún tipo de incentivo al respecto. Como alguien comentaba
recientemente en un congreso sobre economía, ¿alguno de ustedes conoce algún
dispositivo electrónico desarrollado en Grecia?, ¿algún software?.
Más
Estado
La búsqueda de un Estado más grande es la
receta keynesiana que han impuesto los diferentes gobiernos, incluso en los
peores años de la crisis. Ni que decir Syriza, partido formado casi en su
totalidad por funcionarios, que llegó al poder con la idea de aumentar el
descomunal gasto público del país. Así, nos encontramos que los trabajadores
públicos de Grecia tienen un salario medio de 70.000 euros (frente a los 55.000 de los funcionarios alemanes). Tampoco
son pocos: cerca de un millón de griegos son empleados del sector público, más
del 20 por ciento de la población activa.
Y es que Grecia, como propugnan los
nuevos adalides del socialismo, no ha cesado de ampliar las competencias del
Estado. Empresas públicas mastodónticas que, con el recorte de las ayudas
europeas, se hicieron inviables. Por poner un ejemplo el presupuesto del metro
de Atenas ronda los 500 millones de euros al año, mientras que los ingresos en
taquilla apenas alcanzan los 90 millones.
¿Queremos
seguir los pasos de Grecia?
Hoy todo ha desembocado en la más que
segura salida de Grecia de la economía integrada europea y de la moneda única
–a la que quizá nunca debió acceder-. Con un pueblo seriamente afectado al ver
cómo sus ahorros se ven congelados y, probablemente, convertidos a una moneda
devaluada y expuestos a una hiperinflación como la que se vive en Argentina o
Venezuela.
Con este panorama, Grecia, para recuperar
su economía y el bienestar de sus ciudadanos, no sólo va a tener que seguir la
senda de la innombrable austeridad, sino que lo tendrá que hacer por sus
propios medios. El fin de la ayuda europea y la ausencia de acceso a los
mercados de capitales internacionales, motivarán que la travesía por el
desierto que Syriza prometió en su campaña sea aún más dura.
Hoy muchos gritarán –virtualmente- contra
la cruda realidad de las consecuencias de políticas económicas absurdas, pero
el ciudadano medio podrá comprobar en piel ajena el resultado de los
experimentos del socialismo de nuevo cuño. ¿O acaso queremos seguir los pasos
del país helénico?.
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