5 de febrero de 2018. Rodolfo Piza, candidato presidencial
del PUSC, apenas ha dormido. Se levanta de madrugada desvelado. No es el
resultado de su candidatura lo que lo tiene desvelado, sino el panorama que se
presenta para la segunda ronda. Hiperactivo y taciturno, comienza a redactar un
documento con cerca de cien puntos en los que basar una futura negociación para
unirse a alguno de los dos candidatos que quedan en liza.
Javier Chaves, presidente de Aldesa y destacada figura del
equipo de Piza, es el primero en conocer sus planes: establecer un programa
para lograr un acuerdo de gobierno con alguno de los dos candidatos. Este
borrador incluía puntos que suponían para Restauración y PAC abandonar algunas
de sus líneas rojas, en cuanto a
derechos y libertades y programa económico, respectivamente. Con la lista
consensuada junto a su equipo y otros líderes del PUSC, comienza la
negocicación con ambos candidatos.
Ese mismo día Carlos Alvarado llama a Rodolfo
Piza. Proponen una reunión inmediata, la cual no resulta muy satisfactoria para
los mariachis que ven buena disposición en el candidato, pero existen aún
muchos puntos de discordia. Junto al programa, Piza y su equipo buscan
garantizar el acuerdo proponiendo incorporar a las personas que hagan cumplir
lo pactado en puestos claves del futuro gobierno de coalición.
Rodolfo Piza no encuentra la misma receptividad por parte de
la candidatura evangélica. Fabricio Alvarado se toma unas merecidas vacaciones
y deja al mando al experimentado diputado Mario Redondo, que se erige en
próximo ministro del gabinete restaurador. Redondo no tarda en ponerse manos a
la obra, pero no para acercarse a su antiguo partido, el PUSC, sino para
reunirse con Carlos Benavides, el diputado electo del PLN y mano derecha de la
campaña de Alvarez Desanti.
Piza no logra respuesta por parte de Fabricio, pero lo
intenta por medio de Javier Chaves, quien contacta a Mario Redondo. Este
encuentro tampoco fructifica. Redondo, si bien acepta las líneas maestras del
programa de Piza, no ofrece ninguna garantía a Chaves para que se cumpla lo
pactado, “hablemos después del 1 de
abril, seguro que llegamos a un acuerdo”, parece ser el mensaje del negociador
de Restauración. Ya Redondo tiene sus piezas en el tablero, gracias al acuerdo
logrado con una de las facciones de Liberación. Además a Restauración le llueven las propuestas de ministrables gracias a los oficios de Redondo y de Mónica Araya Esquivel, lobista de los exportadores y cercana al PUSC hasta el 5 de febrero.
Carlos Alvarado avanza dentro de su candidatura para modular
posiciones y hacer viable el acuerdo de Coalición con Rodolfo Piza. Así, el
siete de marzo, después de muchas sesiones de trabajo se logra un documento
consensuado entre ambos equipos. Piza no quiere una adhesión vacía, sino un
acuerdo de gobierno que dé estabilidad al país, garantizado con una serie de
puestos claves que ya tienen nombre y apellidos: André Garnier, Edna Camacho o
Jorge Guardia, entre otros.
Piza llega más lejos y logra el compromiso por parte de
Alvarado de que los puestos clave para cumplir el programa de la Coalición,
serán propuestos por él. Además el equipo de Piza lidera el grupo económico
conjunto y apoyará la campaña de Carlos Alvarado que pasa a ser la de la
Coalición.
A partir del acuerdo llegan las adhesiones que sorprenden a
propios y extraños: Luís Javier Castro, Dyalá Jiménez Figueres o Rafael Ortiz, rival de Piza en las primarias del
PUSC. Esta Coalición permite, no sólo quitar etiquetas al PAC, sino augurar un
futuro más claro para después del 2 de abril. El propio José María Figueres
señaló esta alianza como la única viable para el futuro de Costa Rica ante este
panorama para el balotaje. Marcando así la clara división interna existente en el seno de
Liberación Nacional que, pese a su mayoría parlamentaria, resulta complicado
pensar que será un bloque compacto.
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