18 de marzo de 2018

Un gobierno de Coalición Nacional

5 de febrero de 2018. Rodolfo Piza, candidato presidencial del PUSC, apenas ha dormido. Se levanta de madrugada desvelado. No es el resultado de su candidatura lo que lo tiene desvelado, sino el panorama que se presenta para la segunda ronda. Hiperactivo y taciturno, comienza a redactar un documento con cerca de cien puntos en los que basar una futura negociación para unirse a alguno de los dos candidatos que quedan en liza.

Javier Chaves, presidente de Aldesa y destacada figura del equipo de Piza, es el primero en conocer sus planes: establecer un programa para lograr un acuerdo de gobierno con alguno de los dos candidatos. Este borrador incluía puntos que suponían para Restauración y PAC abandonar algunas de sus líneas rojas, en cuanto a derechos y libertades y programa económico, respectivamente. Con la lista consensuada junto a su equipo y otros líderes del PUSC, comienza la negocicación con ambos candidatos.

Ese mismo día Carlos Alvarado llama a Rodolfo Piza. Proponen una reunión inmediata, la cual no resulta muy satisfactoria para los mariachis que ven buena disposición en el candidato, pero existen aún muchos puntos de discordia. Junto al programa, Piza y su equipo buscan garantizar el acuerdo proponiendo incorporar a las personas que hagan cumplir lo pactado en puestos claves del futuro gobierno de coalición.

Rodolfo Piza no encuentra la misma receptividad por parte de la candidatura evangélica. Fabricio Alvarado se toma unas merecidas vacaciones y deja al mando al experimentado diputado Mario Redondo, que se erige en próximo ministro del gabinete restaurador. Redondo no tarda en ponerse manos a la obra, pero no para acercarse a su antiguo partido, el PUSC, sino para reunirse con Carlos Benavides, el diputado electo del PLN y mano derecha de la campaña de Alvarez Desanti.

Piza no logra respuesta por parte de Fabricio, pero lo intenta por medio de Javier Chaves, quien contacta a Mario Redondo. Este encuentro tampoco fructifica. Redondo, si bien acepta las líneas maestras del programa de Piza, no ofrece ninguna garantía a Chaves para que se cumpla lo pactado, “hablemos después del 1 de abril, seguro que llegamos a un acuerdo”, parece ser el mensaje del negociador de Restauración. Ya Redondo tiene sus piezas en el tablero, gracias al acuerdo logrado con una de las facciones de Liberación. Además a Restauración le llueven las propuestas de ministrables gracias a los oficios de Redondo y de Mónica Araya Esquivel, lobista de los exportadores y cercana al PUSC hasta el 5 de febrero.

Carlos Alvarado avanza dentro de su candidatura para modular posiciones y hacer viable el acuerdo de Coalición con Rodolfo Piza. Así, el siete de marzo, después de muchas sesiones de trabajo se logra un documento consensuado entre ambos equipos. Piza no quiere una adhesión vacía, sino un acuerdo de gobierno que dé estabilidad al país, garantizado con una serie de puestos claves que ya tienen nombre y apellidos: André Garnier, Edna Camacho o Jorge Guardia, entre otros.

Piza llega más lejos y logra el compromiso por parte de Alvarado de que los puestos clave para cumplir el programa de la Coalición, serán propuestos por él. Además el equipo de Piza lidera el grupo económico conjunto y apoyará la campaña de Carlos Alvarado que pasa a ser la de la Coalición.


A partir del acuerdo llegan las adhesiones que sorprenden a propios y extraños: Luís Javier Castro, Dyalá Jiménez Figueres o Rafael Ortiz, rival de Piza en las primarias del PUSC. Esta Coalición permite, no sólo quitar etiquetas al PAC, sino augurar un futuro más claro para después del 2 de abril. El propio José María Figueres señaló esta alianza como la única viable para el futuro de Costa Rica ante este panorama para el balotaje. Marcando así la clara división interna existente en el seno de Liberación Nacional que, pese a su mayoría parlamentaria, resulta complicado pensar que será un bloque compacto.

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