10 de noviembre de 2009

Un país de alacranes


El trasunto del secuestro del buque pesquero Alakrana en aguas del Indico, sorprende aún más que el episodio del Playa de Bakio hace ya año y medio. Podríamos hablar largo y tendido del papel del Estado protegiendo intereses privados a miles de kilómetros de nuestras aguas territoriales. De la imposibilidad de los barcos para portar armas pesadas. De la incapacidad de Occidente para dar respuesta contundente a los ataques de bandas de mercenarios que han convertido la piratería en un negocio dirigido desde Londres.

Sin embargo yo prefiero dejar esos debates para reflexiones de mucho más calado y preguntarme si realmente al Gobierno de España le importa lo más mínimo lo que ocurra con el barco secuestrado y sus tripulantes. Pues sí, le interesa mucho. Sobre todo porque el buque es vasco. Me explico. Al proceder el Alakrana de esa región española, la cual cuenta con un partido llamado PNV que tiene los votos suficientes para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, la cosa cobra su verdadero significado.

¿Qué ocurriría si el Alakrana hubiese partido del puerto de Algeciras?. Pues que el tema interesaría bastante poco, dado que en Andalucía no hay ningún partido que permita o impida con sus votos aprobar los surrealistas presupuestos de 2010. Así de simple.

Esta realidad política nuestra es así. A los políticos no les importa la vida de las personas, salvo si estas vidas generan votos, apoyos parlamentarios o pueden significar todo lo contrario. Al Gobierno de España lo que le importa es la opinión pública y el apoyo del PNV para aprobar sus cuentas. Si a nuestros políticos les preocupase la vida de los secuestrados, entonces los dos partidos mayoritarios se hubiesen reunido para buscar la mejor solución, sin fisuras. El bien nacional por encima de los intereses de partido.

Aquí, en esta España nuestra, eso es impensable. Porque somos un país que, como los alacranes, cuando nos vemos rodeados por el fuego, preferimos clavarnos nuestro propio aguijón.

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