13 de junio de 2020

Gracita Morales y lo que el viento se llevó

Dicen los sabios de lo políticamente correcto que la película Lo que el viento se llevó es racista. Así que las plataformas de entretenimiento digital, muy preocupadas por no caer mal entre la población sensible a los dictados de lo que se estila, la han retirado de sus menús. Parece, según dicen los conocedores del tema, que Mammy, la criada negra de Lo que el viento se llevó, ofrece en el filme una imagen feliz de la esclavitud en la que vivían. No tengo elementos de juicio para saber si esta afirmación es acertada o no. Lo que si puedo es compararla con la criada española de los años 60 y 70 que tantas veces interpretó la entrañable Gracita Morales. 

Imagino que ser empleada doméstica en España en los 60 no era lo mismo que ser esclava a principios del siglo XX en Carolina del Sur, pero tampoco veo los motivos por los que Gracita Morales aparecía feliz, incluso confianzuda y altanera, en sus aparaciones domésticas. Quizá deberían censurarse todas esas películas españolas en las que no se trata el personaje de la empleada del hogar adecuadamente. Siempre de acuerdo con los estándares que parezcan oportunos a los que saben de esto, de lo políticamente correcto. Ni que decir de Downton Abbey, en donde se ve tan contenta a la mayoría servicio doméstico. Si me apuran diría que muchos orgullosos de serlo. Deleznable, ¿no creen, señores expertos?

Marta Kauffman co-creadora de la exitosa serie de televisión Friends, dice que se arrepiente porque todos sus protagonistas eran blancos. ¡Vaya! También eran todos guapos, pero los feos no salen a manifestarse. Quizá tampoco se sientan feos los que lo son -o somos-, no sé. La cuestión es que hay decenas de series de televisión en las que todos los protagonistas son negros: Fresh Prince of Bel Air, Cosas de Casa, Back-Ish, etc. No he visto quejas al respecto. 

Me acuerdo mucho del Principe del Bel Air, protagonizada por Will Smith, el sobrino rebelde en una familia de millonarios negros. Una taimada crítica a los blancos wannabe aparecía entre chistes y travesuras. Pero no había protagonistas blancos, más bien eran los malos de la serie que se reían de Carlton y así todo. Asimetrías de lo políticamente correcto.

Parece que vivimos en un mundo en el que uno tiene que andar pidiendo perdón por todo. Por los genocidios de los romanos, sin duda principales antepasados nuestros; por los de los dictadores de cualquier raza o ideología -¿hay ideología en la dictadura?-, a los que hemos sufrido como el que más; o por cualquiera que haya cometido una atrocidad en nombre de la religión, la raza, la ideología o el sexo. Claro, siempre y cuando los agresores no pertenezcan a ningún grupo designado por los sabios como minoría a proteger.

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