“No preguntes qué
puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu
país”, así reza la placa bajo el busto de John F. Kennedy ubicado en el
parque homónimo de San Pedro de Montes de Oca. Hoy un buen amigo me dio ese dato
después de que yo le citara la famosa frase del malogrado presidente
estadounidense, en referencia al proceso electoral cerrado el domingo en Costa
Rica. Ya el 5 de febrero pregunté a muchas personas de mi entorno precisamente
eso: “¿Estás preocupado?. ¿Qué hiciste
los últimos años para evitarlo?”.
Esta contienda electoral ha sido muy intensa. Quizá la más
tensa que se recuerda desde el referendum de aprobación del TLC en 2007.
Aunque con peculiaridades bastante lejanas de aquel envite, como explico en mi
artículo anterior. Las distintas generaciones han experimentado un importante
distanciamiento a la hora de acudir a las urnas. Padres e hijos no compartían
criterio. Aunque tampoco lo hacían hermanos que entraban en discusión a cuenta
de a cuál Alvarado dar el voto. Amigos distanciados por la política y, aún hoy,
cuatro días después, gente echando leña al fuego en las redes sociales.
No cabe duda de que se ha producido un resurgimiento del
interés en la vida pública en el país. La muestra más clara es que, mientras
que hace cuatro años Luis Guillermo Solís tuvo que salir a buscar ministros,
hoy Carlos Alvarado tiene fila de pretendientes para casi todos los cargos. Muchos
dieron un paso al frente a lo largo de la campaña y entendieron que tenían que
involucrarse. El acuerdo con Rodolfo Piza fue el detonante para muchos.
La realidad es que el interés de todos los actores, públicos y privados, es común,
o debería serlo: lograr una Costa Rica más desarrollada, más cercana a ese llamado primer mundo. Las diferencias siguen
estando en el cómo conseguirlo. Por
eso es necesario llegar a acuerdos, a entendimientos, a consensos de mínimos.
Un país más desarrollado requiere de más impuestos. Pero también de mayor
eficiencia y eficacia en el gasto público. Sobre ambos temas no existen dudas entre la gran mayoría de los ciudadanos. El ciudadano de a pie quiere más
seguridad, mejor sanidad, mejor educación, un transporte público útil,
infraestructuras modernas y una justicia ágil. Todos queremos lo mismo.
Para lograrlo no basta con criticar, con decir NO, con
postear un artículo sobre Venezuela o sobre China, hay que arrollarse las
mangas y ayudar a conseguirlo. Puede que este no sea el Gobierno que usted ha
elegido, pero es el que tendremos TODOS durante los próximos cuatro años. Al
igual que la Asamblea Legislativa. Si les va bien en su interés por hacer una
Costa Rica mejor, nos irá bien a todos.
Por el contrario, si nos dedicamos a poner obstáculos, a
quejarnos y a reclamar, puede que a los poderes Ejecutivo y Legislativo no les
vaya bien. Y a nosotros tampoco. ¿Vamos a seguir pensando en la matemática
electoral o con la generosidad que caracteriza a los ciudadanos ejemplares?.
¿Acaso no hemos aprendido nada de este proceso electoral?. ¿Quién apostaba un
cinco por Carlos Alvarado en octubre de 2017?.
Eso no significa que no seamos exigentes con gobernantes y
legisladores. Que no demandemos honestidad, eficacia y eficiencia. Pero para
hacerlo no es suficiente con exigir, amparados en los derechos sagrados que nos da la Patria, como dice el himno. Debemos
ser ciudadanos honestos, preocupados e involucrados.
Ahora con el escenario para los próximos cuatro años más
claro, vale la pena reformularse la pregunta: ¿qué vas a hacer por Costa Rica
durante los próximos años?.