29 de junio de 2015

Grecia como piedra de toque

Hoy se redacta en los diarios de todo el mundo la crónica de una muerte anunciada, la de la Grecia miembro de la Unión Europea. No son pocos los que apedrean a golpe de tuit a la canciller Angela Merkel y su receta de austeridad que tan poco gusta en los círculos del nuevo populismo europeo. Pero, ¿qué ha hecho Grecia para llegar a esta situación?. Pues seguir todas y cada una de las recetas que se impulsan desde los partidos populistas de izquierda que surgen en Europa, incluido Syriza, el único que ha logrado asumir el poder, precisamente en Grecia, con los resultados que hoy todos leemos.

Grecia es una economía basada en las ayudas procedentes de la Unión Europea. Sus principales sectores productivos: agricultura, transporte marítimo y turismo, apenas suman el 24 por ciento de su PIB. Su capacidad de innovación tecnológica es prácticamente nula, porque no existe ningún tipo de incentivo al respecto. Como alguien comentaba recientemente en un congreso sobre economía, ¿alguno de ustedes conoce algún dispositivo electrónico desarrollado en Grecia?, ¿algún software?.

Más Estado

La búsqueda de un Estado más grande es la receta keynesiana que han impuesto los diferentes gobiernos, incluso en los peores años de la crisis. Ni que decir Syriza, partido formado casi en su totalidad por funcionarios, que llegó al poder con la idea de aumentar el descomunal gasto público del país. Así, nos encontramos que los trabajadores públicos de Grecia tienen un salario medio de 70.000 euros (frente a los  55.000 de los funcionarios alemanes). Tampoco son pocos: cerca de un millón de griegos son empleados del sector público, más del 20 por ciento de la población activa.

Y es que Grecia, como propugnan los nuevos adalides del socialismo, no ha cesado de ampliar las competencias del Estado. Empresas públicas mastodónticas que, con el recorte de las ayudas europeas, se hicieron inviables. Por poner un ejemplo el presupuesto del metro de Atenas ronda los 500 millones de euros al año, mientras que los ingresos en taquilla apenas alcanzan los 90 millones.

¿Queremos seguir los pasos de Grecia?

Hoy todo ha desembocado en la más que segura salida de Grecia de la economía integrada europea y de la moneda única –a la que quizá nunca debió acceder-. Con un pueblo seriamente afectado al ver cómo sus ahorros se ven congelados y, probablemente, convertidos a una moneda devaluada y expuestos a una hiperinflación como la que se vive en Argentina o Venezuela.

Con este panorama, Grecia, para recuperar su economía y el bienestar de sus ciudadanos, no sólo va a tener que seguir la senda de la innombrable austeridad, sino que lo tendrá que hacer por sus propios medios. El fin de la ayuda europea y la ausencia de acceso a los mercados de capitales internacionales, motivarán que la travesía por el desierto que Syriza prometió en su campaña sea aún más dura.


Hoy muchos gritarán –virtualmente- contra la cruda realidad de las consecuencias de políticas económicas absurdas, pero el ciudadano medio podrá comprobar en piel ajena el resultado de los experimentos del socialismo de nuevo cuño. ¿O acaso queremos seguir los pasos del país helénico?.

26 de mayo de 2015

¿Ha llegado la hora de pensar en España?

Más allá de analizar los resultados electorales del domingo, me parece más oportuno señalar cómo deberíamos reflexionar al respecto de los mismos de cara a los pactos que se avecinan. Porque de pactos trata ahora este juego y, en tal magnitud, que nunca antes habíamos asistido a un escenario parecido. Ni por el número de actores, ni por el pelaje de los mismos.

Con esta perspectiva, más que analizar datos lo que cabe es analizar realidades. Porque una vez más asistimos a la ceremonia del todos ganan, pero todos, absolutamente todos han perdido en estas elecciones. Unos en votos y otros en expectativas de voto. Pero los que más pueden perder, en este nuevo escenario, son precisamente aquellos que acudieron a votar el domingo. De ahí que quizá haya que revisar, no los resultados, pero sí lo que se deriva de los mismos que son las enseñanzas para los actores que van a tener una parte importante del futuro –y la recuperación- de España en sus manos.

El Partido Popular no puede sacar pecho de estos resultados. El mapa teñido de azul que presenciamos el domingo a última hora de la noche no es más que un espejismo, porque todo apunta a que los pactos no le van a favorecer. Ha llegado la hora de la renovación de un partido que mantiene intacto el aparato de la debacle de 2004. El domingo se movieron los cimientos de aquel "Roma se conquista desde las provincias", que estableciera Aznar de forma tácita. Y con este terremoto se tiene que ir la soberbia instalada en Génova desde aquella mayoría absoluta del año 2000.

En el PP tienen que cambiar mucho las cosas, no sólo las caras. Estos resultados son la oportunidad para Rajoy de pensar en su partido más allá del 13 de junio. Todo queda resumido en una palabra que muchos desconocen o evitan: humildad. El electorado popular lo ha dejado muy claro: ¡basta de corrupción!. No confundamos el mensaje.

Ser la tercera fuerza política en la capital de España es un varapalo sin precedentes para el PSOE. Un partido tocado de muerte en muchos municipios y unas cuantas autonomías. Rebasado por la izquierda, pero también arrasado por la corrupción y por la herencia del peor presidente del gobierno de la democracia: José Luis Rodríguez Zapatero, al que sacaron a pasera en campaña.

El domingo Pedro Sánchez sonreía a pesar de perder 800.000 votos frente a 2011 y casi 2.000.000 de votos con respecto a las elecciones de 2007, más que el PP. La victoria del que esperaba una derrota aún más severa lo consoló. Sin embargo, las alternativas de pactos parecen darle ventaja al PSOE, que podría caer en el error de entrar en ese revanchismo que tanto nos caracteriza a los españoles: cualquier cosa menos mi archienemigo.  

Y digo error porque ese "cualquier cosa" es una amalgama de partidos, tendencias, personalidades y personajes varios que le van a exigir mutar en cualquier cosa –ahora sí- menos en un partido nacional. Ya lo hicieron en el pasado reciente y las consecuencias fueron desastrosas. Aún hoy las sufren en Galicia o Cataluña.


Aquí no va a servir el discurso de la-lista-más-votada de las lideresas derrotadas del PP. Tampoco el de "todo vale para derrocar al enemigo", que vislumbra la cúpula del PSOE. Los que están hambrientos de poder tienen muy poco que perder y mucho que ganar en esta etapa de pactos que nos regalan los comicios del domingo. Quizá la mayor enseñanza no sea la de continuar con el cálculo político del pasado, sino la de abrir una nueva era de entendimiento nacional y de acuerdos para borrar del mapa los grandes problemas de España: corrupción y paro.

11 de enero de 2015

Yo soy Charlie Hebdo, #yosoyOccidente

Una vez más la esencia de Occidente es atacada sin contemplaciones. Asaltada por aquellos que se refugian en ella, primero huyendo de las tiranías y las miserias de sus propios países de origen; y después aprovechándose, no sólo de la esencia misma de la democracia, el estado de derecho, sino del papanatismo infinito que domina en esta pax romana que mal llamamos Occidente.

Una vez más el terror campa a sus anchas por Europa. Unos individuos que se acogieron a todos los derechos que les ofrecía ser ciudadanos de Occidente asesinaron a sangre fría a los que supuestamente eran sus paisanos. Viajando con la libertad que la democracia les ofrecía, se instruyeron en el dudoso arte de sembrar el terror. Entraron en la cárcel por cometer delitos, pero el estado de derecho, ese del que reniegan cuando de asesinar se trata, los dejó libres y, al resto de los ciudadanos nos dejó al albur de sus más que previsibles acciones.

Una vez más -y quizá esto sea lo peor- hemos tenido que ver a los representantes de lo políticamente correcto justificar el ataque hacia su propio sistema de libertades. No tardaron ni minutos en señalar al semanario francés Charlie Hebdo como un medio provocador, que insultó "lo más sagrado", es decir, las convicciones religiosas. Condenando los asesinatos con la boca pequeña, pero arremetiendo sin contemplaciones contra las víctimas por atreverse a contrariar la fanatismo islamista con sus viñetas caricaturescas.

A mi me gustaría que todos estos defensores velados del terrorismo me explicasen cuál fue la provocación que cometió, por ejemplo, el recepcionista al que acribillaron a balazos en la entrada a la redacción de Charlie Hedbo. O cuál fue el pecado contra Mahoma cometido por el agente de policía musulmán fusilado con un tiro en la cabeza a la salida del asalto contra la revista. O qué provocación legitimó el ataque a una tienda de comida kosher. Explíquenme, por favor, estoy ávido por entender cuál es la justificación contra este ataque al corazón mismo de Occidente.

Los autores Charlie Hebdo cometieron, a mi juicio, no pocas transgresiones contra la religión, no sólo la islámica. Histórica es su portada en la que se representaba a la Santísima Trinidad practicando la sodomía. Un insulto abominable contra mi religión. Una infamia vergonzosa que, en mi humilde opinión, debió ser penada por injurias contra el cristianismo. Al no ser castigada esta acción, eso no me da derecho para acribillar a balazos al dibujante que perpetró la vileza. Ni a mi ni a ningún cristiano. Como tampoco justificaría que a la cantante Madonna le disparasen a sangre fría por emplear símbolos católicos en escenas de contenido sexual en sus lamentables videos.

Esto es Occidente. Aquí no se corta el clítoris a las niñas para que no sientan placer cuando sean mujeres y practiquen el sexo. Aquí no se asesina al que no reza cinco veces al día. Tampoco se lapida a las mujeres por llevar la cara descubierta, o por no aceptar ser tratadas como camellos con las que se les intercambia. No, justificadores del terrorismo, así no actuamos en Occidente, por eso no tolero su discurso complaciente con los que realizan ese tipo de prácticas y además vienen a Europa a impartir justicia por la vía del tiro en la nuca.

Nunca me agradó Charlie Hebdo. Pero el brutal ataque contra la revista es un ataque contra mi, contra la libertad, contra la democracia contra el estado de derecho. Por eso sí, estimado legitimadores del terror, lo digo sin sonrojo #jesuischarlie #yosoyOccidente.